Amor, amor, las nubes a la torre del cielo subieron como triunfantes lavanderas, y todo ardió en azul, todo fue estrella: el mar, la nave, el día se desterraron juntos.
Ven a ver los cerezos del agua constelada y la clave redonda del rápido universo, ven a tocar el fuego del azul instantáneo, ven antes de que sus pétalos se consuman.
No hay aquí sino luz, cantidades, racimos, espacio abierto por las virtudes del viento hasta entregar los últimos secretos de la espuma.
Y entre tantos azules celestes, sumergidos, se pierden nuestros ojos adivinando apenas los poderes del aire, las llaves submarinas.
No habrá una sola cosa que sea una nube. Lo son las catedrales de vasta piedra y bíblicos cristales que el tiempo allanará. Lo es la Odisea, que cambia como el mar. Algo hay distinto cada vez que la abrimos. El reflejo de tu cara ya es otro en el espejo y en el día es un dudoso laberinto.
Somos los que se van. La numerosa nube que se deshace en el poniente la rosa se convierte en otra rosa. Eres nube, eres mar, eres olvido. Eres también aquellos que has perdido.
ll.
Por el aire andan plácidas montañas o cordilleras trágicas de sombra que oscurecen el día. Se las nombra nubes. Las formas suelen ser extrañas. Shakespeare observó una. Parecía un dragón. Esa nube de una tarde en su palabra resplandece y arde y la seguimos viendo todavía.
¿Qué son las nubes? ¿Una arquitectura del azar? Quizá Dios las necesita para la ejecución de Su infinita obra y son hilos de la trama oscura. Quizá la nube sea no menos vana que el hombre que la mira en la mañana.
4 Comments:
que nubes mas bonitas...
Amor, amor, las nubes a la torre del cielo
subieron como triunfantes lavanderas,
y todo ardió en azul, todo fue estrella:
el mar, la nave, el día se desterraron juntos.
Ven a ver los cerezos del agua constelada
y la clave redonda del rápido universo,
ven a tocar el fuego del azul instantáneo,
ven antes de que sus pétalos se consuman.
No hay aquí sino luz, cantidades, racimos,
espacio abierto por las virtudes del viento
hasta entregar los últimos secretos de la espuma.
Y entre tantos azules celestes, sumergidos,
se pierden nuestros ojos adivinando apenas
los poderes del aire, las llaves submarinas.
No habrá una sola cosa que sea
una nube. Lo son las catedrales
de vasta piedra y bíblicos cristales
que el tiempo allanará. Lo es la Odisea,
que cambia como el mar. Algo hay distinto
cada vez que la abrimos. El reflejo
de tu cara ya es otro en el espejo
y en el día es un dudoso laberinto.
Somos los que se van. La numerosa nube que se
deshace en el poniente
la rosa se convierte en otra rosa.
Eres nube, eres mar, eres olvido.
Eres también aquellos que has perdido.
ll.
Por el aire andan plácidas montañas
o cordilleras trágicas de sombra
que oscurecen el día. Se las nombra
nubes. Las formas suelen ser extrañas.
Shakespeare observó una. Parecía
un dragón. Esa nube de una tarde
en su palabra resplandece y arde
y la seguimos viendo todavía.
¿Qué son las nubes? ¿Una arquitectura
del azar? Quizá Dios las necesita
para la ejecución de Su infinita
obra y son hilos de la trama oscura.
Quizá la nube sea no menos vana
que el hombre que la mira en la mañana.
Neruda y Borges ¿no? Buena selección. Felices fiestas de San Isidro por Madrid.^.
Que j'aime ces nuages profonds si bien mis en valeur par ce bleu du ciel !
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