domingo, febrero 19, 2006
viernes, febrero 17, 2006
domingo, febrero 05, 2006
El recibidor.
El recibidor del médico estaba casi siempre en penumbra. Un juego de luces y sombras alargadas que hacían brillar los costureros de las abuelas como cofres lleno de tesoros y soluciones. Desde allí se veía la calle alargada del pueblo. Alguna vecina baldeaba agua sobre las paredes encaladas. Un bofetón de agua que agrisaba las fachadas como un eclipse de furia. Un escondite para jugar a mirar sin ser descubiertos.
Desde esa impunidad ojeaba las revistas médicas en busca de grabados como este: Rembrandt.
Desde esa impunidad ojeaba las revistas médicas en busca de grabados como este: Rembrandt.